Descubriendo Roma sin salir de España

El Imperio Romano dejó su impronta en todo el mundo conocido por aquel entonces de tal manera que la historia de esa antigua civilización, permanece en numerosas ciudades españolas donde es posible visitar los restos de su presencia. Son muchas las ciudades emblemáticas que conservan ese legado histórico en forma de edificaciones y ruinas que permiten redescubrir las vicisitudes de su gran ingenio. Si seguimos la estela que dejaron, podemos adentrarnos de lleno en su historia. Si además, lo hacemos de la mano de un buen guía turístico como Visitas Guiadas Mérida, la experiencia puede ser insuperable.

Ciudades como Tarragona o Mérida, se encuentran plagadas de rincones que esconden la esencia romana más palpable. De esta última vamos a tratar en este artículo que, a modo de guía va ayudarte a descubrir la antigua Roma, sin salir de España. Basta con que sigas leyendo y te dejes atrapar por los lugares que debes visitar si tienes la intención de viajar a Mérida, esa ciudad tan romana que fue declarada como Patrimonio de la Humanidad en el año 1993.

A día de hoy, esta ciudad se ha convertido en el centro económico, político, administrativo y cultural que ya fuera en tiempos de Roma. En el año 1983, se erigió en la sede de la Capital de Extremadura. Con una población de apenas sesenta mil habitantes, la ciudad se haya en pleno crecimiento y los visitantes, siempre bienvenidos, pueden descubrir ese legado histórico tan definido, al mismo tiempo que puede disfrutar de las costumbres, su gastronomía, la naturaleza y la oferta cultural que ofrece.

Ante todo, esta ciudad es la ciudad administrativa que acoge en su seno los vestigios de ese complejo entramado de ciudades que se han ido superponiendo de manera constante y sucesiva desde la fundación de aquella ciudad romana conocida como Augusta Emerita, en el año veinticinco antes de Cristo. Durante los siglos IV a VI de nuestra era, Mérida fue considerara como el lugar desde el que se pensó en la nueva Hispania, mayormente cristiana pero incapaz de renuncias a su pasado pagano.

De la antigua colonia romana que fuera en otro tiempo, todavía quedan vestigios de su buen trazado a nivel urbanísticos: calles y calzadas romanas, cloacas, diques, puentes y acueductos, presas, viviendas, necrópolis y foros, colosales templos y edificios para celebrar sus juegos y circos. Dentro de su Museo Nacional de Arte Romano, podemos acercarnos a los tiempos de la que fue una gran ciudad en la antigüedad.

Gracias a la permanencia de ciudades como Mérida, capaces de conservar su patrimonio histórico en gran medida, es posible viajar a Roma, sin tener que salir de España. Mérida no tiene nada que envidiar a la ciudad eterna, pues también en ella, es posible recorrer el pasado por lugares en los que la civilización romana, se encuentra presente a cada paso, sobre las aguas y bajo nuestros pies. La capital de Extremadura, es sin lugar a dudas, el lugar perfecto para entrar de lleno en esa parte de la historia.

Recorriendo Mérida para encontrarse en Roma

Para llegar a esta ciudad del pasado, existen diversas opciones: autobús, tren o coche. En función del punto de partida, puedes optar por la opción que más te convenga, aunque el tren siempre ofrece ese encanto particular que permite contemplar el paisaje detenidamente (salvo que vayas en Ave que hasta aquí, de momento, no llega).

Una vez en Mérida, podemos poner como punto de partida la propia estación de autobuses y desde ahí, cruzar por el Puente Lusitania, diseñado por Santiago Calatrava e inaugurado en el año 1991, y por el que pueden transitar tanto automóviles como peatones, cada uno por su lado, evidentemente.

La primera parada obligada es el área arqueológica de Morería, cuya entrada se incluye en el Conjunto Histórico Arqueológico que permite la visita al teatro y anfiteatro romanos, la casa del anfiteatro, el centro de interpretación del templo de Diana, el circo romano, la alcazaba árabe, la cripta de la Basílica de Santa Eulalia y la casa de Mitreo y los columbarios.

Tras contemplar la excavación, merece la pena seguir caminando siguiendo el curso del Guadiana. Llegando a la alcazaba, conviene dedicar un tiempo a explorar esta fortaleza musulmana, posterior a Roma y mandada construir por Abderramán II en el siglo IX, momento en el que Augusta Emerita, cambio su nombre al de Marida.

En la misma alcazaba, encontramos la confluencia de restos romanos, musulmanes, visigodos o cristianos, destacando en su interior, la muralla, el aljibe, la casa romana y el pórtico. Desde la propia alcazaba es posible contemplar el puente romano por el que pasaremos más tarde en nuestra ruta y que tiene una longitud de casi un kilómetro. Este puente, fue construido por el Imperio Romano aunque posteriormente, ha tenido que ser reparado en diversas ocasiones.

Al abandonar la alcazaba, el itinerario sigue por la casa de Mitreo y el área funeraria de los Columbarios, donde es posible contemplar los distintos enterramientos y a la que se accede a través de un pasillo formado por cipreses. La casa de Mitreo que debe su nombre a las estatuas de mármol relacionadas con Mitra que fueron halladas en la plaza de toros colindante, es una vivienda romana construida a finales del siglo I o principios del siglo II.

Dentro de la casa, es posible comprobar la ubicación de las distintas estancias a través de los numerosos carteles que dirigen la atención de los visitantes hacia los puntos de interés. Se conservan en buen estado tanto los maravillosos mosaicos existentes como el cosmológico y la decoración de las paredes que siguen en pie.

Saliendo de la casa de Mitreo, seguimos los pasos que llevan hacia el templo de Diana, es conveniente seguir este orden porque tanto el centro de interpretación como el templo, cierran su acceso antes que el resto del Conjunto Monumental, aunque cabe destacar que lo más impactante del templo, es su exterior. Este templo, es uno de los vestigios que permanecen de un conjunto plagado de edificios públicos y de reunión ciudadana. Se dedicaba al culto imperial y no a la diosa Diana como cabe esperar, junto al mismo se conserva parte de un palacio construido sobre los restos del templo romano en el siglo XV.

Pasando el templo, nos encontramos de lleno con el pórtico del Foro, restos del conjunto monumental del siglo I. El ático del pórtico fue decorado en su época por medallones que evocaban al dios Júpiter y a la mitológica Medusa. El muro del fondo, contaba con hornacinas que contenían estatuas de personalidades ilustres. Los originales, se encuentran en el Museo Romano.

Tras esta jornada de visitas y encuentros con el pasado, puede ser el momento ideal para pararse a reponer fuerzas, antes de continuar por el anfiteatro romano, el teatro y la casa del anfiteatro. En esta última, podemos contemplar algunos mosaicos de interés, aunque es posible notar la falta de información de la que si se dispone en la casa de Mitreo.

Podemos considerar lo visitado como meros entremeses justo cuando nos acercamos al plato principal: el anfiteatro romano. Merece la pena dedicar más tiempo a recorrer este lugar destinado en otros tiempos, a la lucha entre gladiadores, las peleas entre animales y, entre animales y humanos. Es posible pisar la arena de la elíptica que forma el anfiteatro y pasar de mero espectador a protagonista del evento.

A continuación, accedemos al teatro romano que fue inaugurado unos años después y en el que tuvieron lugar los juegos escénicos de la época. Este lugar tan emblemático, estuvo enterrado bajo tierra durante siglos, dejando tan solo a la vista lo siete grandes bloques que corresponden a la parte superior del graderío, conocidos popularmente como las siete sillas.

Esta joya arquitectónica del pasado, contaba con una capacidad para seis mil espectadores y, en la actualidad es el lugar de encuentro del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Las estatuas que presiden el frente escénico son replicas, estando las originales en el Museo Romano.

Por último, para concluir nuestra visita a la Roma española, nos adentraremos en el Museo Nacional de Arte Romano, en el que es posible contemplar todo lo que no se encuentra en las ruinas. Cabe señalar que la entrada al museo es gratuita  y que la sala de mayor interés, se encuentra en un edificio diseñado por Rafael Moneo, en tanto que la colección visigoda, se haya en la iglesia de Santa Clara.

En esta sala, están expuestas las obras y piezas originales halladas en el pórtico del foro o el teatro romano. Es posible admirar y contemplar las imponentes estatuas de mármol, junto a los relieves o retratos funerarios. Destacan sobre las demás, la estatua de Ceres, los relieves de Medusa y Júpiter, la cabeza de Augusto Velado, la “Gitana” o el grupo de Eneas.

Mosaicos, numismática y objetos de uso cotidiano, completan el museo del que saldremos en dirección al circo romano, pasando por el acueducto de Rabo de Buey San Lázaro.

Aunque quedan algunos puntos de interés más que visitar en la Mérida Romana, estos son los más relevantes que pueden hacernos retornar a una época pasada, en la que Roma, también era España.

 

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