Viajo a Madrid sin ganas, pero como una Reina

Viajar a la capital es siempre un poco locura total porque a pesar de que ahora mismo caso ninguna ciudad española es lo suficientemente tranquila como para hablar de estado relax, la gran urbe madrileña puede ser un estrés continuo en todos los sentidos: el tráfico se colapsa cada dos por tres, siempre hay gente por la calle, la contaminación acústica es brutal y encima casi todo está más caro.

Yo odio viajar a Madrid. Creo que he estado unas cuatro o cinco veces y a pesar de que me lo he podido pasar muy bien por el tipo de viaje que era y la compañía que tenía, la ciudad en sí no me ha gustado nada nunca. Y, sin embargo, aquí me tenéis, otra vez de viaje a la capital… podríamos decir que soy masoquista ¿verdad? Pero no, todo tiene una explicación.

Si estoy de nuevo montada en un avión camino a la capital española es sólo porque mi novio se ha empeñado y, tras decirle que no unas trescientas veces, ha puesto cara de corderito degollado. Por eso voy de nuevo a Madrid.

Hoy juega el equipo favorito de mi novio, que ya habréis intuido que es el Real Madrid, contra el Celta de Vigo. Son los cuartos de final en el Santiago Bernabéu y aunque no es que sea un partido muy decisivo, él se ha empeñado en venir porque su jefe le ha regalado las entradas y no quería desperdiciarlas (según sus palabras). Yo creo que le hacía ilusión y punto, así sin más. Eso sí, le he dicho que ya que vamos me tiene que llevar al Prado a ver la exposición que hay ahora mismo sobre Ribera, que me encanta, y también le he dejado claro que quiero ir a un buen hotel y que me lleve por ahí como si fuera una reina.

No sé si lo cumplirá en todos los sentidos a pesar de habérmelo prometido porque yo no me he querido encargar de nada, lo único que sé es que ha contratado este alquiler de coches con conductor en Madrid porque el tonto se dejó abierto el e-mail de confirmación en la pantalla del ordenador y lo vi… sin querer.

La verdad es que la idea de tener conductor propio no está nada mal así que podríamos decir que va por el buen camino pero nunca se sabe lo que ha podido pasar por su cabeza ya que su idea de cena romántica es comprar unas pizzas de Telepizza y poner una vela en medio de la mesa.

Si a todo esto le añadimos que hoy es, por ahora, el día más frío del año y tengo que sentarme a la intemperie en las gradas del Estadio de Fútbol esta noche para ver el puñetero partido del real Madrid-Celta de Vigo, he de decirle a mi novio que tiene que portarse realmente bien: quiero cenar en un restaurante donde los camareros vayan vestidos de pingüino y quiero que en mi habitación de hotel haya jacuzzi. De lo contrario me declararé en huelga y me negaré a ir al partido de las narices. Así de claro lo digo.

Por cierto, para colmo de los colmos es un viaje relámpago porque el mismo jefe que le ha regalado las entradas sólo le da dos días libres, hoy para ir a Madrid y mañana para volver así que el viernes a trabajar… No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo.

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