El enoturismo o turismo del vino está en auge, especialmente en Andalucía y el interior de la península. Los amantes de la cultura del vino gustan hacer escapadas a los paisajes y las bodegas donde se produce, con el fin de comprar vinos de la tierra con denominación de origen, decantadores de cristal, climatizadores de vino y cubiteras originales como las de Exportcave, Vinos y Climatizadores, Cristafiel o MaridaJerez. A través de la degustación de los vinos y la visita a las bodegas y los viñedos, los visitantes conocen la zona vitivinícola, sus paisajes, su historia, su cultura, su gastronomía y otro tipo de atractivos turísticos. Este fenómeno ha propiciado el diseño de rutas e itinerarios, así como la creación de museos y centros de interpretación. El enoturismo se ha convertido así en un ingrediente del desarrollo rural. En este entorno se han construido nuevas bodegas, hoteles y complejos turísticos diseñados por algunos de los arquitectos más prestigiosos del mundo.
Hay que distinguir el enoturismo del turismo enogastronómico. Mientras que en el primero el principal centro de atracción para los visitantes son el vino y su cultura, en el segundo es la gastronomía y, dentro de ella, el vino. En cualquier caso, los enoturistas no dejarán nunca de interesarse por la gastronomía.
Existen varios tipos de enoturistas. Los considerados amantes del vino tienen un cierto nivel de conocimiento de esta cultura y están muy interesados en los procesos de elaboración de los vinos, de manera que su viaje prácticamente se circunscribe a las bodegas. Existe otro tipo de turista, familiarizado con los procesos de elaboración del vino, pero que se siente atraído también por otros intereses como los paisajes, la cultura, la gastronomía, etc. Finalmente está el turista poco conocedor de los procesos de producción, pero que siente curiosidad por ellos, aunque el vino no sea el principal centro de interés de su viaje, de manera que visita las bodegas como una atracción turística más.
Las zonas vitivinícolas se están dando cuenta hoy de las grandes posibilidades que ofrece el enoturismo, que puede convertirse en otro de los motores del desarrollo rural. De ahí que estén poniendo en marcha planes para impulsarlo. Entre los más interesados por este fenómeno están los empresarios vitivinícolas, para los que el enoturismo ofrece una posibilidad de diversificación, ya que además de la venta directa de vino les permite reforzar la imagen de marca de las bodegas. Para los empresarios de los sectores de turismo y ocio, el enoturismo constituye la posibilidad de generar demanda adicional.
Visita a las bodegas
Una de las principales experiencias que puede ofrecer el enoturismo es la visita a las bodegas para conocer el proceso de elaboración del vino. Tanto los visitantes familiarizados con esta cultura como los simples curiosos llegan a las bodegas deseosos de aprender algo nuevo sobre el mundo del vino, por lo que es muy importante la riqueza de las explicaciones que puedan ofrecérseles para hacer más satisfactoria esta experiencia.
Un trámite ineludible en la visita a las bodegas es la degustación de los vinos que se producen allí. Algunas bodegas tienen acondicionados espacios especiales para ello u organizan múltiples actividades relacionadas con esta experiencia. Las degustaciones pueden ser para visitantes, para clientes (actuales o potenciales), personalidades, etc. Pueden organizarse degustaciones especiales, con música, por la noche…
Por lo general, el turista no se limita a degustar vino, sino que quiere comprarlo directamente. Para algunos es la principal motivación de la visita, porque de esta manera creen que está más garantizada la calidad del producto. A fin de cuentas, la principal motivación del propietario de la bodega en el enoturismo es también aumentar las ventas. De ahí que las bodegas suelan contar con espacios apropiados para la venta de vino y otros productos relacionados.
Paisajes vitivinícolas
A los turistas más interesados en el mundo del vino les gusta conocer también los viñedos y ver in situ los diferentes tipos de vides y uvas que se utilizan para la elaboración del vino. Los visitantes pueden estar acompañados por el propietario o un enólogo, que los ilustrará en el cultivo de la vid. Se trata de visitas más bien selectas y en grupos reducidos, para no dañar los viñedos o estorbar las labores de cultivo.
En cualquier caso, los turistas menos iniciados o poco interesados en los procesos técnicos del cultivo de la vid siempre tienen la posibilidad de disfrutar de todo el entorno, especialmente de los paisajes vitivinícolas. Algunas bodegas disponen de instalaciones especiales para ofrecer esta experiencia, como miradores, bares de vinos, mesas, bancos y sillas para sentarse cerca de los viñedos, etc.
Algunas bodegas ofrecen alojamiento. Se trata de hoteles levantados en medio de los viñedos, que pretenden hacer aún más intensa la experiencia de los amantes del vino. La estancia en estos establecimientos sirve para estrechar más los lazos entre el productor y sus clientes. Algunos están gestionados por las propias bodegas y otros son llevados por operadores hoteleros especializados. El gran protagonista de estos establecimientos es lógicamente el vino y la gastronomía, pero a veces cuentan también con spas y otras instalaciones donde se ofrecen tratamientos de enoterapia.
Rutas del vino
Las zonas vitivinícolas tienen otras muchas atracciones de interés, además de las instalaciones relacionadas con el vino. Las administraciones están impulsando las denominadas “rutas del vino”, que tratan de integrar en una misma oferta todos los recursos turísticos y los servicios que puede ofrecer una zona determinada. Las denominaciones de origen, por basarse generalmente en una indicación geográfica, actúan muchas veces como referencia de estas rutas. Estas rutas suelen incluir la visita a las principales bodegas de una zona, sus atractivos turísticos naturales (parques naturales, playas, senderismo), su oferta cultural y de ocio (museos, monumentos artísticos, historia, calendario de fiestas, etc.), los principales hoteles y restaurantes, etc.
La Asociación de Ciudades del Vino de España (ACEVIN) y la Secretaría General de Turismo han desarrollando el proyecto de las Rutas del Vinos en España, que actualmente incluye dieciocho destinos: Ruta do vino Rías Baixas (Galicia), Bierzo (Castilla y León), Ribera de Duero (Castilla y León), Rioja Alavesa (Álava), Ruta del Vino Rioja Alta (La Rioja), Navarra, Garnacha-Campo de Borja (Aragón), Somontano (Aragón), Lleida-Costers del Segre (Cataluña), Penedès (Cataluña), Utiel-Requena (Comunidad Valenciana), Bullas (Murcia), Jumilla (Murcia), Yecla (Murcia), Ribera de Guadiana (Extremadura), Ruta Vinos y Bodegas Serranía de Ronda (Andalucía), Ruta del Vino y del Brandy del Marco de Jerez (Andalucía) y Montilla-Moriles (Andalucía). Naturalmente, se pueden organizar muchas más rutas en torno a las Denominaciones de Origen o los conocidos como Vinos de la Tierra, que también tienen indicación geográfica protegida.
En España, los principales destinos del turismo del vino son Jerez, La Rioja y El Penedès, cuyas bodegas reciben cada año en torno a medio millón de visitantes. Se puede decir que a las bodegas de La Rioja acuden mayoritariamente auténticos amantes del vino, mientras Jerez y El Penedés se benefician del turismo de sol y playa que llega en masa a las costas de Cataluña y Andalucía. Las bodegas de El Penedés reciben además numerosos residentes de Barcelona y las demás ciudades de su área metropolitana.
En Andalucía, el enoturismo viene favorecido también por el prestigio y la fama de que han gozado sus vinos en todo el mundo. Además de Jerez, existen otras seis denominaciones de origen que comprenden casi las dos terceras partes de los viñedos de esta comunidad autónoma: Condado de Huelva, Málaga, Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, Montilla-Moriles, Sierras de Málaga y Vino Naranja del Condado de Huelva.