El mar, un lugar que cambió mi vida por completo

Las experiencias son las que definen quiénes somos y en quién queremos convertirnos. Es lo que define si sabemos aprovechar el tiempo libre del que disponemos o no. Y, por tanto, son las experiencias las que merecen que les saquemos el máximo jugo posible.

Hay muchas maneras de vivir experiencias que sean inolvidables, que queden en nuestra memoria por muchos años. La verdad es que esto depende un poco de cómo seáis y de qué gustos tengáis. No es lo mismo vivir la experiencia de estar en un pabellón de la NBA si no os gusta el baloncesto que si realmente os encanta este deporte. Y, por supuesto, no es lo mismo que preparéis una ruta en bicicleta si estáis acostumbrados al deporte a que si odiáis hacerlo. Todo depende del enfoque que le dé la persona a la que se le pregunte por la experiencia.

Os hablaré de las experiencias que a mí me gustan. Una de ellas siempre ha sido el mar. Aunque no he vivido nunca cerca de él, sí que he tenido la suerte de acudir a él durante las vacaciones de verano o en algún puente. Me parece que encontrarse cerca de él es todo un acontecimiento, incluso cuando ya vamos adquiriendo una edad y no somos tan niños. Hay pocos entornos naturales que tengan una capacidad de atracción más grande. Para mí, desde luego, es el mejor.

Una de las cosas que sí he notado con el paso del tiempo es que el mar ahora me gusta de otra manera. Antes me gustaba mucho bañarme y sentir que no pasaban las horas dentro del agua. Y que nadie piense mal, porque me sigue encantando. Pero ahora disfruto mucho navegando por el mar. Es algo que yo sentía que podía suceder en algún momento de mi vida y que ha terminado pasando con el paso de los años. Ni que decir tiene que disfruto con las dos cosas, pero con navegar he descubierto un mundo sencillamente espectacular.

Hace algún tiempo, hice varias pequeñas excursiones en barco cuando estaba de vacaciones y empecé a sentir la necesidad de hacer todavía más. Me daba una sensación de libertad que creo que es indescriptible y en la que todo el mundo ha debido pensar alguna vez si ha subido a un barco. Y ahí fue cuando empecé a sondear la posibilidad de aprender a navegar. No solo me quería limitar a realizar esas excursiones siendo otra persona la que se encargara de la navegación. Quería vivir la experiencia de que el barco dependiera de mí.

Aprender a navegar me resultó realmente sencillo y cumplió con todas y cada una de mis expectativas. Opté por hacerlas con el curso de Atar Cabos y la verdad es que me lo pasé de cine con las prácticas, gracias a las que, además, comprobé que yo valía para esto. Aunque llevo algunos años con mi licencia, la verdad es que cuando me toca navegar sigo disfrutando de ello como el primer día.

Aunque hice todas estas cosas por puro placer, porque me gustaba todo lo que rodeaba al mar, tengo que decir que obtener una licencia para navegar es bastante útil en España. Coged un mapa de nuestro país y mirad atentamente cuáles son las cosas que lo definen. Podréis comprobar que la Península Ibérica es prácticamente una isla. Solo nos conecta al resto de Europa la cordillera de los Pirineos, así que es evidente que todo lo que tenga que ver con navegar tiene mucha salida en nuestro país. Cuando he salido de vacaciones a muchos de los lugares que tienen costa en España y he podido usar mi licencia para navegar, me he sentido como un auténtico privilegiado. Las personas de mi familia, que por supuesto acuden conmigo cuando salgo de vacaciones, también se sienten así y la verdad es que eso no se paga con dinero.

No debo ser el único que se encuentra en una situación como esta, la verdad. Lo sé porque he podido comprobar, justo antes de escribir estas líneas, que por ejemplo en el año 2018 ascendió un 8% la cantidad de personas que tenía una licencia náutica para recreo, hasta llegar a las más de 32.000 licencias. La verdad es que me alegra comprobar que hay mucha gente con la que comparto afición y que también tiene los conocimientos suficientes como para dirigir una embarcación de recreo. Esa es la mejor manera de asegurar que va a haber personas que puedan vivir la experiencia de salir al mar sobre un barco y que van a disfrutar de esa sensación de libertad de la que estaba hablando previamente.

La verdad es que, vayas al lugar de costa que vayas, te encuentras a un montón de gente que dispone de licencias de navegación y que adora, como yo, salir a surcar los mares. Siempre es un placer conocer gente que tiene tus mismos gustos y esa es una de las cosas de las que más disfruto sin ninguna duda. Uno de los sitios en los que mejor me he sentido ha sido en las Islas Baleares, donde navegar es prácticamente el deporte rey. Claro, resulta lógico que así sea: esta región dispone de 22.000 puntos de fondeo y 30.000 embarcaciones. No es de extrañar que los baleares sepan navegar desde que son bien pequeños.

Sin duda, ese es uno de los sitios a los que os recomendaría que fuerais para sacarle brillo a vuestra licencia para disfrutar de todo lo que os ofrece este paraíso. Pero no penséis que es el único lado en el que vais a poder navegar con la máxima de las tranquilidades. Como antes decíamos, España es casi una isla y los sitios de costa en los que vais a poder coger una embarcación y navegar son muy numerosos.

Andalucía, por ejemplo, es un sitio excepcional para esto. Y prácticamente en cualquiera de las provincias que tienen salida al mar vais a encontrar lugares perfectos por los cuales navegar y pasar un día fantástico en familia o con amigos en un barquito. Cataluña es otra de las grandes zonas para esto y no nos extraña que cada día tenga más visitantes. Con estos planes, ¡como para no salir ganando!

¡Qué sensación de paz! 

Quienes hayáis montado alguna vez en alguna pequeña embarcación seguro que coincidís conmigo en indicar que la sensación de paz que genera esta experiencia es única. Y lo es en diferentes contextos.

Uno de esos momentos es cuando hacemos algún plan de este calibre con nuestra familia o amigos. El tener la oportunidad de llevarnos algo para comer en el bar, en un día que no sea demasiado caluroso, es un gran placer. Incluso también es un planazo en el caso de que solo estéis presentes vosotros mismos y vuestras parejas.

Pero es que la sensación es exactamente la misma si decidís hacer esta actividad vosotros y vosotras solas. A veces, es necesario dedicarnos tiempos a nosotros y nosotras mismas, alejarnos de todo, desconectar. ¿Y qué manera mejor hay de hacerlo que salir con nuestro barco a navegar lejos de la costa y sin escuchar a nadie? Os confieso que alguna vez lo he hecho y que me ha venido de perlas para cuidar al máximo de mi salud mental. Y no sintáis que sois bichos raros por hacerlo o algo por el estilo. En absoluto lo sois. De hecho, y aun sin saberlo, estáis favoreciendo vuestro bienestar.

Estoy seguro de que muchas personas encontrarían una alternativa perfecta para cuidar de su salud mental gracias a experiencias como esta. Por eso os animo a que probéis, ya no solo con esta actividad, sino con muchas otras. Y es que la sensación de paz que ofrece tanto esto como un gran abanico de cosas más es indescriptible.

Navegar merece la pena y os animo a que lo hagáis, incluso aunque hayáis tenido alguna experiencia con esto y no os haya terminado de convencer. El mar es un espacio natural increíble y poder disfrutar de él tanto como nos sea posible encima de un barco es una manera de estar en conexión con el mundo. Como os he dicho a lo largo de todo el artículo, siempre he sido un enamorado del mar pero lo cierto es que me sigue sorprendiendo este espacio. Y creo que lo va a seguir haciendo por muchos años que pasen.

Por cierto, y con esto ya termino: contad con los niños y las niñas para estos planes. A ellos y ellas les suele encantar todo lo que tenga que ver con el agua. Les gusta mucho la piscina, pero es que el mar les vuelve locos. Será una experiencia irrepetible que les llevéis hasta allí si no vivís en un lugar de costa. Es lo que pasó conmigo y la verdad es que tengo mucho que agradecerle a mi familia por haberme acercado todos los años a sitios de costa. Nunca se lo podré agradecer lo suficiente.

 

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