Italia, el país de la pasta, el tiramisú y la pizza mediterránea. Una región milenaria llena de cultura e historia donde todo fluye de una manera mágica y especial. Caminar por las calles de Roma es empaparte de saber porque, a cada paso que das, puedes ver monumentos, ruinas y restos de una ciudad que antaño fue un Imperio. Sí, he vuelto de mi viaje enamorada de roma, de su cultura y de su gastronomía.
Creo que uno de los mejores placeres de la vida lo he podido vivir yo estos días pasados. Levantarte a las 10 de la mañana y tomar un suculento desayuno que nuestra querida Aida, del Bed&Breakfast donde estábamos nos preparaba a diario, con zumo, café, pan tostado y bollería artesana que me hacía la boca agua cada mañana. Tras llenar bien la panza coges tu cámara de fotos y un calzado cómodo y pones rumbo a la Vía Appia, una vía con 2.300 años de antigüedad y 700km de recorrido por el que, con cada paso que das, respiras historia: mausoleos, catacumbas, palacios, iglesias, acueductos…. Toda la vía está repleta de cosas que admirar, aunque no todas se encuentran en el mismo buen estado, claro está. Y luego, tras el largo paseo investigando preciosos rincones vuelves a la ciudad y repones fuerza con una pizza italiana casera con sabroso jamón y queso emmenthal. Un auténtico manjar de dioses.
Mi familia se ha dedicado toda la vida al mundo de la restauración. Mis abuelos ya lo hacían, y mis padres, mis tíos y algunos primos y yo, tras este viaje, sé lo que quiero hacer: dirigir mi propio restaurante de cocina italiana. Sé que hay muchos, sí, pero pocos que tengan verdaderos chefs de la toscana y los que sí los tienen ponen en su carta precios desorbitados. Yo quiero traer la tradición hasta nuestro país, sí, pero a un precio al que todo el mundo pueda optar. Lo primero que he hecho es informarme sobre los hornos que utilizan que no tienen anda que ver con los nuestros y me van a proveer de esta maquinaria para pizzería de la marca Lineto, que ya me han aconsejado en el país vecino.
Hasta España suele llegar lo típico de otros países sí, pero industrializado. Veamos por ejemplo nuestra amada Telepizza o, por cambiar de gastronomía, la comida china. Nada tiene que ver con la realidad y yo lo que quiero es traer hasta nosotros la realidad.
Hay mucho más que ver
Es como cuando los turistas llegan allí y se quedan admirando el Coliseo, el Panteón y el foro romano: todo eso está muy bien pero ¡hay mucho más! En Tívoli, a 40km de Roma, hay dos villas romanas que en su momento llegaron a ser incluso más importantes que la propia capital, Villa d´Este y Villa Adriana. Los jardines de ambas villas son gigantescos e impresionantes coronados por una cascada digna de inmortalizar pero no muchos turistas llegan hasta ellas porque no las conocen y tampoco es que se informen demasiado.
A 20 minutos de Roma están también las ruinas de Ostia Antica , una ciudad antigua de la costa del mar Tirreno que funcionó como puerto de la antigua capital y quizás fuera su primera colonia. Fue fundada por Anco Marcio IV en el siglo IV c. C. Impresionante.
Y hay mucho más: el mercado de trajano, las catacumbas, la necrópolis vaticana, las ruinas de herculano y por supuesto todo el arte que hay a pie de calle como La Fontana Di Trevi o la Piazza Navonna. Toda una locura para nuestros sentidos.