Nuestro primer viaje juntas

Cuando me puse de parto a las 24 semanas de quedarme embaraza pensé que era el final ¿Cómo iba a sobrevivir una bebé de 500 gramos, cuyos órganos internos aún no están formados, fuera el útero materno? Pero sobrevivió, fue una valiente, y este verano haremos el primer viaje en familia.

Se llama Sara, pasó seis meses en la incubadora antes de venir a casa, y tiene ahora cuatro años recién cumplidos. Está perfectamente y nadie diría, a simple vista, que es una niña prematura. Nos costó mucho conseguir esto. Dinero y esfuerzos que por fin vieron su recompensa cuando empezó a caminar y comprobamos, alegremente, que no tenía ningún problema psicomotor. Puede que le haya costado un poco más que a los demás hacer ciertas cosas pero… no todos los niños son iguales y, lo importante, es que lo ha conseguido todo.

Primero fue la fisioterapia para prematuros que la Seguridad Social nos subvencionó, luego las actividades de terapia de psicomotricidad y aún a día de hoy seguimos visitando Pasito a Paso semanalmente, un centro de desarrollo infantil y atención temprana que están haciendo que todo esto sea un poquito más fácil.

Al principio, la situación en casa era muy complicada. Yo tenía miedo prácticamente de todo, hasta de cogerla porque parecía tan frágil y eran tan pequeña que pensaba que se me iba a romper de un momento a otro. Cuando se la dejaba a mi madre unas horas para ir a comprar o lo que fuera, la llamaba por teléfono cada hora u hora y media, por eso mi marido vino un día con dos walkie talkies de Milwalkies.com y me dio uno a mí, y otro a ella. Son de larga distancia y si no sales del barrio podemos hablar estupendamente entre nosotras. Puede que pareciera bastante cómico verme en medio de Mercadona con el transmisor en la mano, parecería una agente secreta, pero a mí me dio la tranquilidad que necesitaba.

Al país de los cuentos

Nunca hemos viajado con ella porque hasta ahora no habíamos podido dejar la terapia. A veces algún amigo nos decía de ir a pasar unos días a la playa o a algún sitio en vacaciones y yo lo descartaba inmediatamente porque “Sara tenía que ir a terapia”. En realidad era más mi miedo que la necesidad de ir porque tampoco habría pasado nada por perder una cita, o incluso dos. Y este verano, por fin, nos vamos de viaje. Y no es un viaje cualquiera, no, nos vamos a Eurodisney.

Sé que tengo 35 años y sé que soy una adulta a la que le deberían gustar otro tipo de películas pero me encanta la fantasía y me encanta Disney, y ahora, con Sara, mucho más, porque veo películas con ella y lo disfrutamos muchísimo las dos. Nuestro favorito personaje es Mickey Mouse, bueno… el de Sara es Minnie pero me dice que prefiere a Mickey para tenerme contenta, y nuestras películas favoritas son “Frozen”, “Mary Poppins” y “Pedro y el Dragón Elliot”. Creo que de las dos primeras veremos algo en el parque de Disney pero la tercera es tan antigua que no sé si habrá algo, aunque también nos gusta mucho “Peter Pan” y de ese seguro que hay cosas.

Cuando la gente me oye hablar del viaje creo que piensan que me quedé en los 10 años y no crecí, al menos no mentalmente, pero se equivocan, soy lo suficientemente adulta como para saber disfrutar de esas películas con mi hija de 4 años, y puedo meterme en la magia con ella y compartir juntas ese momento, a pesar de lo que pueda parecer al resto del mundo.

Ella es mi pequeña heroína, mi particular “Brave” y mi traviesa Ariel, y sé que este viaje será el primero de muchos.

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