Primer sueño cumplido: Tailandia

A mi edad no se puede decir eso de “me queda un sueño por cumplir” porque con 34 años se supone que aún tienes tiempo para cumplirlo, sin embargo, cada día tengo más claro que viajar a Egipto va a ser arduo complicado, no por el plano económico sino más bien por el tema de la seguridad o, más bien, por la falta de ella. Ahora bien, dejando eso a un lado, he de decir que soy afortunada porque, al menos, he visitado uno de los dos países que más ilusión me ha hecho siempre: Tailandia.

Hace ya varios años que guardó en una carpeta un pequeño tesoro: mapas e información de dos países que me han maravillado desde niña, Egipto y Tailandia. Desgraciadamente, la situación política de Egipto y el terrorismo hace inviable ahora mismo ese viaje porque, a pesar de que soy consciente de que hay muchos turistas que siguen yendo a ver las Pirámides de Gizeh, yo creo que no es buena idea arriesgar mi vida por ello y, ahora mismo, creo que viajar a esos países es un riesgo que no estoy dispuesta a correr. Sin embargo sí he podido viajar a Tailandia y eso ya no me lo puede quitar nadie.

Cuando llegas a Tailandia te invade la sensación de haber retrocedido en el tiempo algunos siglos, no porque no estén lo suficientemente avanzados tecnológicamente ni mucho menos, sino más bien porque todo parece un museo al aire libre. Las casas, los templos, todo te recuerda a un tiempo en el que todo era muy diferente. Obviamente las grandes capitales son diferentes. Estar en Bangkok, en su distrito financiero, es como meterte en medio de Manhattan y estar rodeada de sus innumerables rascacielos de oficinas, pero en cuanto te alejas un poco de esa vorágine, te das cuenta de que la cultura del país sigue viva y de que sus tradiciones siguen muy vigentes.

Nos alojamos en el hotel The Sarojin. Quien lo conozca sabrá que es un hotel de lujo pero tiene una ventaja sobre otros muchos resorts similares: su precio. Es realmente económico si lo comparamos con otros hoteles que ofrecen esos mismos servicios así que no os vayáis a creer que fui con miles de euros en los bolsillos, porque no es así. Lo mejor el hotel era el encanto que tenía. Sus muebles de interior me recordaron mucho a los de esta tienda de muebles online donde me compré hace años el salón y los muebles de exterior, todos de mimbre, podrían haber estado sacados del catálogo de Borrás Hermanos, todo precioso la verdad. Un lujo que pude disfrutar sin gastar lo que probablemente habría pagado de haber estado en otro país más occidental.

Qué ver en Tailandia

Algunos viajeros optan por visitar las islas del país, unas maravillas naturales que no tienen nada que envidiar a las conocidas playas exclusivas caribeñas. De hecho, en mi opinión, las tailandesas son mucho mejores aunque imagino que eso ya depende del gusto de cada uno. Sin embargo mi viaje no tenía nada que ver con cocktails de bienvenida, baños relajantes y playas paradisíacas, yo lo que quería era conocer la verdadera cultura, ver las ruinas, los templos y los parques naturales que, por si no lo sabíais, hay muchos.

Una de mis primeras paradas fueron las ruinas del Reino de Ayutthaya, una auténtica maravilla arquitectónica llena de magia y misterios sin resolver dignos de la conocida “nave del misterio” de “Cuarto Milenio”. Esta ciudad fue el centro de Tailandia durante más de 400 años, tuvo 33 reyes y casi un millón de habitantes. Impresionante ¿verdad? Ahora ya no queda casi nada de los lujos de antaño pero aún se pueden vislumbrar los grandes templos (tenía más de 500 repartidos por toda la ciudad) y la magnificencia de sus esculturas.

Fue a mediados del siglo XVIII cuando los birmanos destruyeron y saquearon Ayutthaya pero os aseguro que sigue siendo una maravilla poder visitar ese lugar.

Otra de las visitas más impactantes que hice fue la del Parque Nacional de Khao Yai. Se encuentra a tres kilómetros de Bangkok y es un fenómeno de la naturaleza. Es una húmeda selva con c asacadas, muchísimas aves y bastantes animales salvajes. Es fácil encontrarse con puercoespines, elefantes, monos y demás animales así que hay que andar con cuidado, pero no hay peligro ninguno. Es un parque enorme, de hecho, hay una carretera que circula por él, lo cual es genial para visitarlo porque, de lo contrario, sería imposible verlo. La naturaleza que hay allí es impresionante, tiene un marco incomparable, es imposible de describir.

También me han dicho que el parque de Khao Sok es impresionante pero yo no tuve tiempo de visitarlo.

Vi también las ruinas del Reino de Sukhothai, el Gran Palacio de Bangkok, el Templo del Buda de la Esmeralda, Wat Arun y mucho más. Todo digno de ver. Estuve 12 días y me quedaron muchas cosas fuera de la ruta así que no descarto volver. Un viaje totalmente recomendable.

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