Cuando escuchamos hablar por primera vez de La Siberia Extremeña los pocos recuerdos de geografía que me quedan de mi época estudiantil chocaron repetidas veces entre sí consiguiendo que mi cabeza hiciera chiribitas. Por un lado tenemos el concepto de Siberia, que de por sí evoca frío, nieve e incluso esquimales, y por otro lado el concepto de Extremadura, que podrá ser muchas cosas pero Invernalia no es.
Extremadura es una zona bastante árida de nuestro país, de hecho, la primera vez que estuve allí fue visitando el teatro romano de Mérida en pleno Agosto y os aseguro que no fue una buena idea porque mi amigo “Lorenzo” picaba demasiado como para poder detenernos a admirar las maravillas de esas ruinas (entiéndase por “Lorenzo” al sol). Pero tenemos que comprender que la Siberia Extremeña no tiene ese nombre por su cercanía con Rusia, ni por tener un clima similar, sino por algo mucho más sencillo: El nombre de Siberia extremeña empezó a usarse a finales del siglo XIX y principios del XX; cuando empezaron a hacerse proyectos para construir en ella carreteras, alguna línea de ferrocarril y un pantano. Por aquellos años era noticia constante en los periódicos el nombre de la Siberia Rusa, por las deportaciones de ciudadanos rusos por motivos políticos, y de la construcción del Transiberiano; tren que une Moscú con lo más distante al Este de Rusia. La lejanía de los pueblos de la Siberia Extremeña con Badajoz, capital de la provincia (algunos pueblos están a más de doscientos kilómetros), hizo que, por similitud, se comparara a una comarca con otra. Y aunque existen otras versiones sobre el origen del nombre, ésta es la más acertada.
Qué ver en la Siberia Extremeña
Hay muchos motivos por los que visitar La Siberia Extremeña. Hablamos de un rincón de España muy rico por su biosfera pero también una zona con unos paisajes que realmente quitan el hipo. Tal vez, llama tanto la atención precisamente porque no te esperas esos paisajes y cuando los ves, de pronto, te teletransportas a otro lugar. Pero bueno, esto es algo que yo llevo diciendo años: queremos visitar muchos rincones de Europa, muchas ciudades, otros continentes, pero aquí mismo y sin salir de nuestras fronteras tenemos lugares dignos de ser visitado, al menos, una vez en la vida.
El primer consejo que daré es que os alojéis por la zona porque si pretendéis ver todo en una escapada de 24 horas cuando viajéis a Badajoz, por ejemplo, ya os adelanto que no vais a poder. Nosotros nos alojamos en La Parajona, una casa rural que os recomiendo totalmente. Muy bien situada y con todas las comodidades.
Naturaleza y fauna salvaje
Los colores de la Siberia Extremeña son el verde y el azul. Verde como el pelaje vegetal de sus montes y azul como sus caudales fluviales, aprovechados para el ocio con multitud de playas y para la pesca.
De hecho (y sin olvidar la primavera) el otoño tardío, o este invierno moderado que empezamos a disfrutar ahora, son probablemente los mejores momentos para visitar la Siberia, cuando merced a las lluvias empieza a ponerse más verde el paisaje y aparecen por fin las setas.
Y si de agua hablamos, los dedos líquidos de dos ríos, el Zújar y el Guadiana, se extienden tanto por la Siberia Extremeña que aquí encontramos el 12% del agua embalsada de España, en sólo el 0,5% del territorio de nuestro país.
Testimonio de ello y rodeados de bosques encontramos grandes construcciones hidrográficas como el Embalse de García de Solas o el de Cíjara, producto de la época en que los pantanos se convirtieron en fuente de energía y trabajo para la España de los años 50 y 60.
A su vera, y nunca mejor dicho, prolifera el buitre leonado, el águila calzada, el halcón peregrino y así hasta una veintena de las especies aladas más significativas de nuestro país.
Bajo las aguas, la riqueza piscícola se traduce en abundancia de especies como el lucio, carpas o barbos, objeto de deseo de los pescadores, muchos de ellos extranjeros, que sí conocen de la riqueza de la Siberia Extremeña.
No te sorprendas si de camino a los embalses, desde la carretera, se divisan familias de corzos bebiendo agua o cigüeñas negras sobrevolando el paisaje.
En la Siberia Extremeña, sin necesidad de teleobjetivos ni prismáticos (aunque bienvenidos sean) se pueden ver con facilidad grandes mamíferos como ciervos, gamos o muflones.
Con 2700 km2 en esta comarca, una de las más extensas de España, el 30% de la misma es suelo público o bien pantano o bien monte. Un recorrido por, de poner un ejemplo, el Valle de Consolación es una parada continua para admirar los cérvidos que pastan y trotan cerca del camino.
Si de animales domesticados hablamos, los podemos encontrar puntualmente en la Cañada Real Segoviana, cuando se realiza la “Trasterminancia”, una variedad de la Trashumancia (declarada “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”) que ha ayudado a mantener especies como la merina negra siberiana.
Excursiones en la zona
Aprovecha tu tiempo en la Siberia Extremeña con alguna de las siguientes excursiones por los alrededores y con muy buenas recomendaciones de sus usuarios:
- Visita guiada por el anfiteatro y teatro romano
- Tour de Mérida al completo con entradas
- Tour de Cáceres al completo con entradas
- Visita guiada por Plasencia
- Excursión a Monfragüe
- Excursión al Valle del Jerte
- Tour por la Sierra de Gata
Gastronomía contundente
El aislamiento de la población de la Siberia Extremeña influye también en su acceso a productos de cultivo y de origen animal, y, por tanto, a qué tipo de platos típicos nos podemos encontrar en una escapada por esta comarca de Badajoz.
De la leche de vacas y ovejas, manchegas y merinas, y de las cabras, veratas y retintas, nacen quesos como los de Utrero (Puebla de Alcocer), Castilcerro (Castillblanco) o tortas de queso de Quesería Los Nogales (Herrera del Duque).
Chuletitas de cordero, embutidos de ciervos o venado, croquetas de criadillas, caldereta de los pastores o gachas, son platos más contundentes y que cumplen con la función de saciar el estómago de cuerpos cansados por las labores de la tierra y la ganadería.
En la mesa no puede faltar el escarapuche (un escabeche o ensalada con una base de productos de la huerta) en cualquiera de sus dos versiones, de peces o de cerdo, mejor maridados con un vino de Extremadura, como el Pago de Casasola (de Castilblanco), cuyas cepas de Tempranillo provienen de Ribera del Duero.
Cerramos el capítulo gastronómico de la manera más dulce, con Canutos (de Peloche), Canelilla (Villarta de los Montes), Rosquillas de yema (Herrera del Duque), Rabos de calabacín (Castilblanco), Flores de Miel (Fuenlabrada de los Montes), Bodigos (Tamurejo), Chaquetías (Herrera del Duque), muchos de ellos con base de miel, como la comercializada por Miel «Virgen de Extremadura» (Herrera del Duque), que también la usa como base para jabones y champú.
Para los que gustan de hacer senderismo por su cuenta, hay muchas posibilidades en la región, como las rutas de Portillo de Cíjara (PR-BA 261) en el entorno del Embalse del Cíjara o de Arroyo Garguera (SL-BA 246).
Dos recomendaciones por sus vistas, la subida al Castillo – Fortaleza de Herrera del Duque (en proceso de rehabilitación) y contemplar el atardecer y la puesta de sol desde “La Barca del Tío Vito” en el embalse de García de Sola.
Candidatura Reserva de la Biosfera
La Siberia Extremeña presentó su candidatura como Reserva de la Biosfera, y el resultado de la revisión de la misma se dio a conocer en junio del 2019. Y fue favorable.
Resumiendo la definición de la Red Española de Reservas de la Biosfera ”Las Reservas de la Biosfera son territorios cuyo objetivo es armonizar la conservación de la diversidad biológica y cultural y el desarrollo económico y social a través de la relación de las personas con la naturaleza. Se establecen sobre zonas ecológicamente representativas o de valor único, en ambientes terrestres, costeros y marinos, en las cuales la integración de la población humana y sus actividades con la conservación son esenciales.”
Esta marca de calidad de la UNESCO, sin añadir ningún tipo de restricciones al acceso al territorio, se le otorgó a la Siberia Extremeña (así como al Valle del Cabriel y el Alto Turia en la misma sesión). De esta manera, la Siberia Extremeña ha entrado a formar parte de un exclusivo club, pues en España sólo 52 territorios son considerados por la ONU como Reservas de la Biosfera.
Descubrir la Siberia Extremeña es descubrir una comarca de España de gente abierta, de paisajes sorprendentes, de fauna curiosa y de multitud de razones para hacer una escapada, a las que se sumó en 2019 el ser Reserva de la Biosfera.