Galicia, un mundo de posibilidades

Como cada año cuando llegan estas fechas me dispongo a escribir un post sobre mi viaje veraniego. Normalmente os hablo de viajes relámpago a algunas ciudades españolas y, cuando el ahorro es suficiente, de algún viajecito fuera de nuestras fronteras pero, en esta ocasión, os traigo algo nuevo. El destino elegido por mi familia fue Galicia, una comunidad llena de magia, meigas y playas encantadas, y como no queríamos conformarnos con poco decidimos planificar una ruta que nos permitiera ver más de lo que habíamos pensado, mucho más.

Empezamos a planificar nuestro viaje leyendo comentarios en foros y a otros viajeros inquietos que habían hecho rutas parecidas previamente. Una de las mejores, en nuestra opinión, la encontramos en Galicia en Pie, la web de turismo de Galicia, donde encontramos una ruta de una semana que no estaba nada mal.

Lo primero que hicimos cuando llegamos a Lugo fue alquiler un buen automóvil y os preguntaréis ¿por qué no con el vuestro? Pues por varios motivos. Para empezar, al alquilar el coche con el que vas a viajar alquilas también un seguro para todos los ocupantes del vehículo y para el propio coche por lo que, en caso de avería, te ves cubierto sin agobios ni problemas de última hora, y para continuar porque, en teoría, esos coches están más que revisados por mecánicos e ingenieros especializados por lo que no deberían dar problema mientras que mi coche, el pobre, que tiene ya 10 años, puede empezar a dar pegas en cualquier momento y más cuando hablamos de un viaje de tantos kilómetros.

El coche lo alquilamos en Lugo, en una empresa llamada Mouronte. Estuvimos mirando muchísimas compañías, algunas muy conocidas como Sixt o Goldcar pero pronto vimos que las mejores condiciones y la mayor confianza nos la daba una pequeña compañía de la zona, tanto por precio como por prestaciones.

Iniciamos nuestro viaje

Un consejo: no os paséis cargando el maletero porque la mitad de las cosas no las vais a necesitar y cuanto más cargado vaya el vehículo más gasolina acabaréis pagando.

Obviamente la primera ciudad en visitar fue Luego, donde admiramos las famosas murallas  y la catedral, que nada tiene que envidiar a otras con más fama. Comimos allí mismo, en el centro del casco histórico y luego cogimos camino hacia el norte, donde pasamos por Mondoñedo y la famosa Playa de las Catedrales que es más bonita al natural que en televisión. No tiene desperdicio, es una preciosidad.

Dormimos allí mismo, en un hostal muy apañado y con el precio bastante ajustado, y el día dos encaminamos el coche en dirección Ferrol, por las Rías Altas, y pasamos por pueblos como Foz, Burela, Ría de O Baqueiro, etc. Pueblos encantadores y muy marineros. En Capelada pudimos ver los acantilados más altos de Europa donde se encuentra también el mirado Vixía de Herbeira y el pueblo de San Andrés de Teixido, muy recomendable.  Hicimos noche en Ferrol y el día tres seguimos en la misma dirección.

Visitamos la zona monumental de Ferrol y seguimos hacia A Coruña donde visitamos Santa Cruz, un pueblo que cuenta con un castillo en una pequeña isla que servía para protegerse de los ataque de los corsarios.

El cuarto día continuamos en dirección hacia la legendaria Costa de la Muerte donde vimos playas vírgenes, acantilados y paisajes espectaculares como los que nos ofrecen pueblos estilo Laxe, Camariñas, Finisterre y Carnota. Dormimos en Finisterre, un gran acierto porque los hoteles don preciosos por esa zona.

El día cinco seguimos por la Ría de Arousa y visitamos localidades como Porto do Son, Ribeira y las Dinas de Corrubedo. Lo mejor de este día fue la catedral de Santiago, como no podía ser de otra forma, pero también nos encantaron las míticas calles de O Franco.

En Santiago de Compostela nos alojamos en este pazo gallego que es una maravilla. No está en el mismo centro de la ciudad, de hecho está a las afueras, pero al encontrarse cerca de la capital nos da la ventaja de poder hacer turismo de forma cómoda al tiempo que se disfruta de la costumbre y tradición de los pazos de antaño y, por supuesto, de sus envidiables alrededores.

Sexto día: Rías Baixas. Pasamos por la villa histórica de Padrón y seguimos por Catoira donde están sus famosas Torres do Oeste que sirvieron de protección para los ataques normandos a la propia ciudad de Santiago. Vimos también Villagarcía,precioso, y seguimos hacia el sur donde paramos en Cambados, la capital del Albariño donde visitamos algunas bodegas de la zona. Más hacia el sur visitamos O Grove y la Isla de la Toja, tan conocida como hermosa, donde nos pegamos el lujo del viaje: comer en una marisquería y subir a un catamarán que nos mostró los fondos marinos de la costa.  Dormimos en los hoteles de La Toja.

Último día dirección Sanxenxo. Por el camino tuvimos la oportunidad de ver Portonovo, una localidad unida a la anterior por un paseo marítimo de 200 metros y luego camino a Pontevedra donde hicimos parada en Combarro, un pueblo que tiene todas sus casas pegadas al mar, muy curioso de ver. Y una vez en Pontevedra directos a ver el santuario de la Peregrina, la patrona de la ciudad.

La idea era llegar hasta Vigo pero con una semana de viaje fue imposible aunque en el fondo me alegro porque eso nos da la excusa perfecta para volver a aquella zona y seguir admirando paisajes sacados de cuentos de hadas.

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